Entre cultivos de café, saberes campesinos y las manos sabias de cocineras tradicionales creció Brayan Becerra Guapacha, un joven soñador y un gran artista en la cocina, que gracias a este entorno rural pudo forjar un vínculo profundo con los alimentos, la tierra y el fogón. Una relación que hoy se ha transformado en vocación, proyecto de vida y resistencia cultural. Brayan es oriundo de Riosucio, Caldas, y por los vaivenes de la vida y su perseverancia en cumplir sus sueños, llegó a Pereira a estudiar Administración de Turismo Sostenible en la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad Tecnológica de Pereira.

Desde pequeño fue un niño curioso y muy soñador. Como él mismo se describe: “siempre fui un niño soñador, muy inquieto, muy cansoncito se podría decir, pero siempre alegre. Estuve rodeado de cocineras y campesinos, mi familia es cafetera. Esa memoria sensorial es valiosísima hoy para mí”, relata Brayan. Comparte además que no siempre tuvo claro su camino, especialmente al terminar el colegio: “salí lleno de incertidumbres, como muchos… tengo que trabajar. Y recuerdo que comencé como auxiliar de limpieza en un restaurante y precisamente ahí tuve la oportunidad de entrar a la cocina y descubrí junto al fogón mi pasión”.

Durante este proceso, la curiosidad fue su mayor aliada. Brayan empezó a pasar más horas en la cocina que en cualquier otro lugar. “La cocina llegó por necesidad, no por gusto. Pero como todo lo hacía con entrega, me terminó apasionando y me di cuenta de que lo hacía bien”. Su deseo de crecer profesionalmente lo llevó a formarse primero de manera empírica y luego en centros especializados, hasta que llegó a la UTP: “ya sabía cocinar, pero quería aprender a vender lo que hacía, gestionarlo, darlo a conocer, darle valor, y fue precisamente el turismo sostenible el que me dio esas herramientas”, menciona.

En la UTP encontró un espacio especial, especialmente en el Laboratorio Gastronómico Sostenible, donde nació su proyecto “Contradixión”, una iniciativa de turismo gastronómico que rescata y visibiliza cocinas tradicionales, integrando saberes, sabores y territorio. “Contradixión es como mi hijo chiquito. Nació como una idea en segundo semestre y se consolidó en quinto. Es una propuesta para poner en valor nuestras cocinas desde la actividad turística, siempre con respeto y responsabilidad”, afirma Brayan.

El proyecto ha sido un laboratorio viviente: cocineras tradicionales, campesinos, músicos, artesanos y académicos convergen para cocinar identidad y desarrollar esta propuesta. “La cocina es arte, es cultura, es música, es ritual. No es solo técnica. Queremos que quien viva esta experiencia con Contradixión entienda eso”.

Además, representó a la UTP en concursos nacionales. En 2023, su equipo ganó el primer lugar en el Concurso de Escuelas Gastronómicas en Popayán con una propuesta de postres a base de cerdo, café y cacao. En 2024, lograron el tercer lugar con una propuesta de cocina tradicional ancestral, que incluyó pato, gallina y envueltos de maíz.

A través de su testimonio, Brayan nos recuerda que la cocina es mucho más que técnica y sabor: es identidad, territorio, memoria viva. Su historia evidencia el poder transformador de la educación y el valor de mirar hacia nuestras raíces, para resignificarlas con creatividad y compromiso. En cada plato y proyecto que lidera, hay un acto consciente de resistencia cultural y profundo respeto por quienes han preservado las tradiciones.

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