Investigaciones arqueológicas que datan de 8.600 años atrás, dan cuenta que este alimento ancestral era utilizado por los humanos cazadores-recolectores en esta región junto con la achira, el yacón, el sagú, la mafafa y la arracacha.

Su nombre científico es Dioscorea bulbífera, también conocido como “la papa voladora”. Asegura el ex gobernador de Risaralda, Carlos Arturo López, en un artículo publicado en el periódico “Marsella al Día” que dirige Mario Salazar, que esta planta alimentó en 1860 a don Pedro Pineda, uno de los fundadores del municipio de Marsella, y su familia mientras recogían las cosechas de maíz y frijol. Así mismo a los colonos de Santa Rosa de Cabal que la llamaban “el maná” porque era el alimento que el bosque les ofrecía, cuando pasaban por ahí los ejércitos de las guerras civiles del Siglo XIX que decomisaban su ganado y los productos de sus cultivos.

Sin embargo, el hobambo cayó en el olvido y prácticamente había desaparecido de los cultivos que conforman la oferta agrícola de esta región cafetera.

Pues bien, según lo afirma el autor del artículo, este alimento olvidado empezó a recobrar su vigencia, primero por los Guardianes de Semillas del Mercado Agroecológico de la UTP y, ahora, gracias a un reconocimiento reciente.  

Resulta que el Sena de Risaralda obtuvo el primer puesto en el II Festival Nacional de Gastronomía “El Sena-Cocina” que se desarrolló en Riohacha, Guajira.  Los jurados que lo escogieron fueron chefs de Guatemala, Perú y México.

El protagonista de ese logro es Cristhopher Barrios Tintinago, caucano de Timbío. Las enseñanzas de su madre lo inclinaron hacia la gastronomía ancestral y su abuela, Filomena, por ejemplo, hacía unas empanadas de pipián que eran famosas en esa población. Ávido de conocimientos no solo se graduó como tecnólogo en cocina, también ha sido catedrático, investigador y en sus búsquedas ha recorrido Colombia y varios países de América y Europa.

La historia de la segunda oportunidad sobre la tierra para el hobambo comenzó en Marsella, Risaralda, una población de fundada hace 164 años, ocupada por 20.000 habitantes y situada a unos 30 minutos de Pereira.

Allí se estableció inicialmente Barrios Tintinago como contratista del Sena, el cual llegó a la biblioteca León de Greiff, tras alguna información sobre la gastronomía local. Adriana Grisales le contó sobre el hobambo y sobre quienes lo habían cultivado. Consiguió semillas y las sembró con un grupo del Instituto Agrícola, dentro del programa de Articulación con la Educación Media. Así inició la experimentación que remató con una muestra en la Casa de la Cultura. Luego, obtuvo con el Instituto Agrícola el segundo lugar con su exposición sobre el hobambo en un evento departamental educativo. 

Relata López Ángel que tras un intenso trabajo concretó la idea que sería ganadora.  El “casco de buey “es una receta compleja e innovadora. Sus ingredientes son cocinados dentro de cañutos de guadua biche. Consta de carnes de pecho, tres telas, sobrebarriga y de entrañas; condimentos como achiote, ajo, cilantros, tomillo, orégano, cebollas, tomate; y semillas de chachafruto, cidra-papa y hobambo para espesar.  Todo acompañado de una bebida de café y un postre tradicional.

Ese galardón es importante para que el hobambo o “papa voladora” sea incorporado en la gastronomía de Marsella y Risaralda, se reconozca su valor y se consolide su cultivo. La crisis climática tendrá graves consecuencias sobre la seguridad alimentaria. Ampliar la variedad de alimentos, recuperando aquellos olvidados, es una necesidad.

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